El parque fue completamente realizado por Carl Hagenbeck, un comerciante de animales, que acababa de terminar el famoso parque zoológico de Stellingen en Hamburgo. Fue considerado en su época como el máximo de la modernidad y espectacularidad en cuanto a zoológicos del mundo entero.
Este comienzo brillante fue reemplazado por una caída primero gradual y luego estrepitosa. Se intentó con más animales raros pero no llegó a funcionar. La llegada de la segunda guerra, el hambre y las bombas hicieron que el zoológico perdiese el esplendor de sus primeros años.
De esta manera la gerencia del parque zoológico llegó a ser muy precaria y su estado de decadencia cada vez más evidente. Algunos sectores fueron reconstruidos en la posguerra pero llegados los años noventa ha resurgido gracias a la idea de convertirlo en un bioparque, acorde a las nuevas expectativas que se tiene mundialmente de los zoológicos.
Y esta renovación dio lugar a una nueva etapa, que lo ha transformado en un moderno lugar que recibe cientos de miles de visitantes entre turistas y romanos orgullosos de su joya natural enclavada en pleno Borghese.